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Los operadores de telecomunicaciones dependen de enormes «fábricas» de datos (y ecosistemas) para gestionar sin problemas sus operaciones diarias y ofrecer servicios rápidos, fiables y personalizados. Pero incluso las fábricas de datos más avanzadas pueden verse paralizadas cuando los ecosistemas dejan de estar sincronizados. Los pedidos se pierden, los errores de facturación se multiplican y la experiencia del cliente se deteriora.